Cuando era chica no siempre me
sentí una nena feliz porque en el colegio cuando me equivocaba me decían burra
y me mandaban al rincón mientras mis compañeros se burlaban de mí. La verdad
que no me acuerdo porque hacían eso o si era algo de la época, pero si recuerdo
lo mal que me sentía y como me creía lo que me decían. Si bien no tenía
problemas en ninguna materia porque tenía notas normales, yo me sentía y creía
fuertemente el BURRA. Pero bueno, era una nena que tenía problemas de niña y lo
único que quería era hablar, jugar y divertirme como cualquier personita de 6 o 7
años. El problema empezó cuando fui creciendo, porque cada vez que se
presentaba una dificultad lo primero que sentía era que no iba a poder
resolverla aunque muy dentro mío sabía que sí, las voces y las cargadas eran
más fuertes y no me dejaban pensar, por eso todo me costaba el doble.
A medida que los
años pasaban comencé a sentirme incomoda con mi apariencia, no me gustaba mis
pecas, recuerdo que una vez un nene me dijo que me habían hecho con un colador
de caca en la cara, ¿a quién le gustaría sus pecas si te dicen semejante
crueldad?, así que, si bien me veías como una nena feliz y segura, de a poco, por
dentro se iba destruyendo mi autoestima.
Cerca de los 12 años comencé con una etapa muy complicada, la pre
adolescencia, que como todos saben el adolescente adolece, sufre y ¿Por qué
sufre?, porque empieza a preguntarse y a vivir situaciones que no comprende.
Pero... ¿Qué me paso a mí? Empecé a tener problemas con mi cuerpo y mi aspecto,
no me gustaba “la chica que se reflejaba en el espejo”, yo pensaba que todos
eran perfectos y bellos, menos yo. Por lo cual comencé a comer durante el día
repollo, grisines y agua. Y si bien cenaba con mi familia, durante el día ,que ellos
no estaban, esa era mi comida predilecta, lo que provocaba que me sintiera mal,
débil y muy mareada
Cuando
logre adelgazar me veía igual y me sentía una chica insulsa que no podía
atraerle a nadie, pero la realidad de todo lo que les estoy contando, es que
nadie sabía lo que me estaba pasando, porque siempre me mostraba alegre y tenía
muchas amistades, no era una chica solitaria. Aunque creo que a veces es peor,
porque todo lo que me pasaba por dentro me hacía sufrir y llorar en el silencio
de la noche, donde el único que sabía lo que me estaba pasando era Dios, aunque
yo todavía no entendía de esas cosas.
Todo lo vivido hasta ahora me había
vuelto muy insegura y me costaba creer en mí y luchar por mis sueños. Hasta que
un día conocí a Dios cuando fui a una iglesia a los 14 años. A este lugar iban
mis hermanos y yo veía tantos cambios en ellos que me daba intriga conocerlo.
Al principio era raro, no estaba
muy cómoda que digamos, había muchos chicos por todos lados y de todas las
edades desde 14 hasta 30 años. Claramente era un lugar para jóvenes, así
llamaban a las reuniones, “Reunión de Jóvenes”.
No sé, era raro, pero a la vez me gustaba, me hacía sentir bien. Las primeras reuniones comencé a conocer muchas chicas de mi edad y casi no me dejaban sola, era un grupo increíble muy distinto a lo que estaba acostumbrada. Pero a medida que fue pasando el tiempo comencé a entender más de Dios y de su gran amor. En su palabra hablaba de que él había dado a su único hijo en la cruz por mí, solo por amor y pensaba que esto era muy loco…y era difícil de entender con el razonamiento. Luego comenzaron a enseñarme de que el hombre es imagen y semejanza de Dios y somos piedras preciosas para el, para este momento sentí algo muy fuerte en el pecho y comencé a llorar y a sentir una paz que no se puede explicar con palabras. Después de ese día muy de a poco Dios comenzó a transformar mi vida y esa joven insegura y sin estima en la que me había transformado comenzó a cambiar. No fue fácil, me costó mucho, porque todo lo que había vivido volvía una y otra vez a mi, pero algo había cambiado, ya no estaba sola, Dios estaba conmigo, no era la misma, me sentía mejor, más segura, confiada y ya no había un vacío en mi corazón, porque tenía con quien hablar, él era el único que no me fallaba y con el que me desahogaba una y otra vez.
Pasando la etapa de la adolescencia
termine el secundario lo que hacia que nuevos desafíos se presenten, era el
tiempo de enfrentar la vida como una adulta, una carrera y una nueva etapa se
aproximaba a mi vida .
Comencé a cursar la carrera periodismo,
una profesión apasionante. La verdad me encantaba y a medida que me iba empapando,
más me gustaba, no fue fácil, porque si diría eso, estaría mintiendo, pero sí
aprendí mucho de cada profesor y cada materia cursada. A pesar de todo Dios me
ayudo en cada momento y cada vez me iba mejor y tenía más confianza en mí
misma. Él me daba ese valor. Y aunque muchas veces me dijeron que no iba a
llegar a nada, llegue al tercer y último año de la carrera y me recibí sin
ningún problema y fue ahí que cumplí mi primer sueño. Después de esto, conocí
al amor de mi vida y forme una familia, la cual amo con todo el corazón. Y
bueno hoy estoy acá, contándoles un poco de mi historia, bastante resumida, por
cierto. Pero lo más importante es que se animen a creer que hay un Dios
que transforma las vidas y que así como lo hizo con mi vida y lo sigue
haciendo, también lo puede hacer con la tuya… no te olvides Dios te ama y te
esta esperando.
cariños!
Comentarios