Las dietas son como nuestra relación con Dios ¿por qué digo esto?,
porque cada vez que arrancamos una dieta decimos la frase trillada "El
lunes arranco la dieta", y empezamos con todas las pilas.
Desayunamos con una infusión y dos tostadas de gluten con queso descremado y
mermelada light. A media mañana comemos una fruta y cuando llega el almuerzo
comemos un pollito sin piel con ensalada ¡Hasta ahí vamos bien!. Después de
almorzar, a la media tarde nos vienen esas ganas locas de comer un alfajor con
dulce de leche, pero sabemos que tenemos que comer una fruta o una barrita de
cereal 0% calorías y resistimos y no comemos ese alfajor que tanto queremos.
Llega la hora de la merienda y comemos saludable, vamos al gimnasio y después
cena light y listo pasamos el primer día de dieta.
El segundo día hacemos lo mismo solo que nos levantamos con
mucha pero mucha hambre, pero igual logramos vencer las tentaciones del día
porque estamos motivados y determinados.
Llegamos al jueves y se empieza a complicar un poco más. Ya no
tenemos ganas de la tostada de gluten ni de la fruta y nos damos un permitido y
nos comemos un alfajor y nos sentimos culpables. Primer nocaut. Pero bueno,
seguimos transitando el día y volvemos a enfocarnos, pero a la noche … hay
fideos con tuco para comer y no te dan ganas de una ensalada con atún y cenas
fideos otra vez con culpa, porque te estás yendo de la meta que te
propusiste.
Comenzamos el viernes y ya no estamos con las mismas ganas y
motivación que teníamos el lunes y el día se hace cuesta arriba con miles de
tentaciones por todos lados. Sábado, te fuiste completamente de foco y
desayunas con facturas y dijiste ya está, fue, el lunes arranco de vuelta.
Bueno lo mismo pasa con nuestra relación con Dios.
El Domingo después de tener una reunión dónde te predicaron
de hacer una altar en tu casa decís …¡mañana me voy a despertar una hora antes
de ir a trabajar o de ir al colegio para leer la biblia y orar para comenzar el
día con el!. Y llegamos al lunes y lo hacemos. Nos levantamos temprano y
desayunamos leyendo la biblia, orando casi por 40 minutos y empezamos el día de
la mejor manera. Nos subimos al colectivo y decimos - voy a escuchar adoración
en Spotify y vas super sintonizado y de repente la aplicación te sugiere una
canción nada que ver con lo que estamos escuchando y la sacamos y
seguimos conectados. Llegamos a destino y vamos muy bien, hasta que surge un
problema y algo te descoloca y te enoja pero bueno volves a enfocarte en lo que
leíste en la biblia a la mañana y el enojo se va. Llegas a tu casa y te
propones no ver la tele y escuchar adoración o alguna prédica para seguir
en sintonía con "la radio del cielo" lo que
hace que termine siendo una gran día.
Al pasar la semana seguís así, super enfocada hasta queeee...
llegas al jueves, el cual no dormiste nada bien y te cuesta levantarte tan
temprano como te habías propuesto y te quedas un rato en la cama, así que, en
vez de levantarte una hora antes, te despertás media hora después, lo que hace
que apenas leas y hagas una oración de 15 minutos. Salís corriendo y decís-
bueno no importa en el colectivo pongo Spotify y escuchó alabanzas. Mientras
estas viajando la aplicación te sugiere una canción que no es del estilo que
estás oyendo, pero bueno la escuchas. Después te sugiere otra y otra y vas todo
el viaje completamente en otra sintonía. Llegas a destino y está todo bien
hasta que te enteras de un rumor que te molesta demasiado. Estas todo el día
con el enojo hasta que llegas a tu casa, prendes la tele y te pones a ver una
película y te dormís.
Al otro día directamente no te despertás temprano así que haces una oración antes de salir al estilo "Dios justiciero gracias por el puchero"... pero decís… "gracias por este día, cuídame amen". Cerras la puerta de tu casa y cuándo estás por llegar a la parada, el colectivo se va. Te enojas, refunfuñas y te resignas. Llegas a tu trabajo ya no con una sonrisa, sino quejándote de todo. Termina tu día, volves a tu casa y pensas ... mañana es sábado voy a dormir todo el día y literalmente haces eso. Llegan las 17.30 y ya empezas a pensar si ir o no a la reunión y se hacen las 17.45, 17.50, 17.55 y listo ya fue, no vas y te quedas. Y estás en tu casa y no te sentís muy bien y te arrepentís de la decisión que tomaste, entonces llega el domingo y planificas todo tu día en base al horario de la reunión y vas el domingo y te volves a llenar de palabra, de fe y decís … -¡esta semana si voy hacer el altar en mi casa!.
Si hay algo que aprendí en todos estos años, es que Dios no es un sentimiento o
una emoción, sino que él es misericordioso, es amoroso, es paciente y nos ama
tanto pero tanto que nos deja elegir si queremos estar con él o no.
Mientras vamos transitando esta hermosa vida que nos dio, todo el
tiempo estamos tomando decisiones. Desde, que vamos a comer, sabiendo que nos
puede hacer mal al cuerpo nuestra elección, hasta si vas a ir a la iglesia o
no. Por eso es importante pedirle cada día sabiduría a Dios para que las
decisiones que vayamos tomando nos acerquen más a él. Además siempre que
queremos hacer todo junto y nos embalamos con algo es muy probable que
fracasemos porque hay que cambiar muchas cosas para llegar a la meta. Por eso
mi amigo, mi hermano o como se suelan llamar en sus iglesias... paso a paso,
que él siempre te va estar esperando a que vayas a el 10 ' minutos o lo que sea
que puedas estar, porque no importa la cantidad de tiempo sino la calidad de
ese momento de intimidad.
Les dejo este hermoso versículo que
habla de su gran y hermosa misericordia...
El amor es paciente
y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso 5 ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se
irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. 6 No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad
triunfa. 7 El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene
esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia.
1 Corintios 13:4-8 NTV
Cariños!
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